Una de las actividades de mayor importancia económica e histórica del archipiélago debe su protagonismo a un diminuto animal, la cochinilla, que llegó a las Islas desde América y fue criada en cultivos de tuneras en el siglo XIX. De ella se extrae el carmín, un colorante natural conocido en todo el mundo que se emplea en ámbitos como la cosmética, la alimentación o el textil. Un producto que cuenta con Denominación de Origen Protegida y que da color al mundo desde las Islas Canarias.
De México a los campos canarios
El tinte de la cochinilla únicamente se extrae del interior de la hembra, cuya larva se clava en la tunera, donde se hace adulta y muere. Estas tuneras llegaron al archipiélago desde México al inicio de la conquista del continente americano. Sin embargo, el cultivo de la cochinilla como gran actividad económica y exportadora de Canarias no se produjo hasta bien entrado el siglo XIX, cuando se legalizó el comercio de las Islas con el exterior. Desde ese momento, el tinte de la cochinilla se empezó a exportar con éxito a las industrias textiles de Francia y Reino Unido. Así se fue convirtiendo en la principal actividad económica de las Islas hasta el descubrimiento del tinte sintético. A partir de ese momento, el plátano y el tomate tomaron el relevo como principal producto canario exportado.
Desde el siglo XIX hasta la actualidad
Un siglo y medio después, la cochinilla continuaba siendo la actividad económica tradicional en los pueblos lanzaroteños de Guatiza y Mala. Estos lugares eran casi el último reducto de la cochinilla y su cultura, manteniendo un paisaje singular propio e identificativo en el norte de Lanzarote. El tinte natural rojizo de este insecto era empleado para dar color a bebidas y alimentos y para elaborar productos cosméticos.
El arraigo de este cultivo en la cultura del campesino isleño, que parecía caminar hacia su extinción al comienzo del siglo XXI, ha conseguido mantener su actividad en las Islas Canarias. De hecho, actualmente posee el reconocimiento por la Unión Europea de la Denominación de Origen Protegida Cochinilla de Canarias, siendo este archipiélago el único territorio europeo donde se produce cochinilla para su comercialización.
La recolecta de la cochinilla
Para recoger las cochinillas de la pala de la tunera se emplea una cuchara, escogiendo las de mayor tamaño. A continuación se vierten en un tablero y se secan. Dos semanas después, se escoge y se limpia bien la cochinilla, que posteriormente se guarda en sacos de cañamazo para que transpire y no se pudra.
De la cochinilla adulta recolectada, la parte que está viva cuando se pone en el tablero se destina a la recría. Para ello, se introduce en unos sacos de 50 gramos que son atados y llevados de vuelta a la plantación de tuneras. Estos sacos se reparten por el cultivo, sobre las palas del primer año. Esto se hace a la salida del invierno, ya en marzo, para obtener de tres a cuatro cosechas durante el verano. Por otra parte, la cochinilla seca se destina para elaborar el tinte rojizo que da color a bebidas, alimentos, cosméticos e incluso tejidos elaborados artesanalmente en las propias Islas.
Una calidad única gracias al mejor clima del mundo
Su calidad diferenciada respecto a la obtenida en otros territorios viene dada porque se cultiva en un único tipo de huésped, la tunera Opuntia ficus indica, y con un único tipo de insecto, la cochinilla Dactylopius coccus. Ambos están adaptados a las condiciones de las Islas Canarias, cuyo suelo y clima permiten una baja humedad y una elevada concentración de ácido carmínico. Además, los agricultores isleños siguen un proceso repleto de cariño en el que se realiza un secado natural basado únicamente en la insolación solar, sin componentes químicos.
Envasada en el archipiélago
La superficie de cultivo de la cochinilla canaria incluye en la actualidad fincas en la mayoría de las Islas. Por lo tanto, cada año se repite el ciclo de la cría de este insecto, que se recoge con mucho cuidado buscando entre la blanquecina secreción sedosa que produce como defensa contra los medios atmosféricos.
Por supuesto, la auténtica cochinilla canaria es íntegramente producida, acondicionada y envasada en el territorio isleño, tal y como establecen las condiciones de la DOP Cochinilla de Canarias. Un proceso de elaboración tradicional lleno de color e identidad canaria.