La Palma es una isla llena de misterios. El Salto del Enamorado, la Pared de Roberto, o los dragos gemelos, son solo algunas de las leyendas que perviven en los labios y los corazones de los palmeros. Historias que han sido transmitidas de padres a hijos desde que la isla fue colonizada en 1492, y que suelen contarse junto al fuego de un asadero o en cualquier fiesta popular de la isla.
Reconocida por la UNESCO como Reserva de la Biosfera y declarada Reserva y Destino Starlight, las leyendas de La Palma tienen sus raíces en el período prehispánico, cuando el perfil de las montañas o la espesura de los bosques de esta isla bañada por la luz de las estrellas eran el escenario perfecto para dejar volar la imaginación.
Pruebas de amor: El Salto del Enamorado, La Pared de Roberto y Los Dragos Gemelos
Considerada una de las historias más populares de la isla, la leyenda del Salto del Enamorado transcurre en la zona de La Galga, actual municipio de Puntallana. Según el mito, allí vivían dos enamorados. Ella era lista y preciosa y él valiente y honrado. Pero la joven también era caprichosa, así que le pidió a su amado como condición para casarse que saltara tres veces apoyado en su palo de pastor sobre el abismo para demostrarle cuánto la quería. El joven salió victorioso en los dos primeros intentos, pero cayó al abismo en el tercer salto entrando para siempre en la historia de la isla. Actualmente se puede visitar la escultura del amante en el Mirador del Salto del Enamorado, uno de los miradores más espectaculares de la isla que ejerce también como mirador astronómico.
También entre el Mirador de Los Andenes y El Roque de Los Muchachos existe un punto que ha inspirado numerosas reflexiones e historias. Allí se encuentra una muralla natural que antiguamente interrumpió el paso de los caminantes. Lo llaman La Pared de Roberto. Cuenta la leyenda que lo erigió el Diablo para impedir el amor de dos jóvenes de diferentes lados de la isla. Dicen también que, desesperado por no verla, Roberto pidió a Satanás que le permitiera pasar a cambio de su alma. Éste le concedió el deseo, pero el muchacho llegó envuelto en llamas para abrazarla por última vez.
En Breña Alta se pueden ver a los legendarios Dragos Gemelos, dos hermanos gemelos que lucharon hasta morir por el amor de una joven. Cuentan que ella, desolada, buscó por toda la isla semillas de drago, plantó dos en el mismo lugar y crecieron estos árboles con sus troncos y hasta sus ramas entrelazadas.
La luz del Time
El Time que en voz prehispánica o benahorita quiere decir risco alto, dibuja el margen y frontera norte del valle de Aridane. A sus pies, en el fondo del profundo y abismal barranco, en una estrecha franja de tierra, existe un pequeño santuario dedicado a Nuestra Señora de las Angustias, en una imagen de la Virgen que acaricia con la mirada y mimo a su hijo muerto. Un puente de madera -sin baranda- junto a la ermita y al molino de agua daba paso sobre el torrente del barranco a la otra orilla, para de nuevo subir por otra empinada senda que llevaba al valle.
Cuentan que en una lejana noche sin luna otra madre desesperada se dirigía al camino real de Amagar, que unía Tijarafe con Los Llanos de Aridane, pasando por el santuario de las Angustias, en busca de salud para su pequeño hijo que estaba más muerto que vivo. Al llegar a la cima, el viento y la lluvia apagaron el farol que traía. Tras darse de bruces con un madero de pino de tea que daba forma a una cruz. lo arrancó, lo despedazó e hizo una antorcha produciéndose la más brillante e inimaginable luz para un caminante.
Cuando días después su hijo sanó, la madre cogió una nueva y pesada cruz para colocarla donde había arrancado la anterior. Al cumplir su misión una luz en forma de cruz la deslumbró y la hizo postrarse de rodillas a la vez que una voz dulce, próxima y tierna le dijo que le dijo: "Mujer, conozco tu pena y tu pecado; tu hijo llora tu ausencia, vete con él. Tu promesa está cumplida".
Desde esos tiempos lejanos cuentan que comenzó a verse en las laderas de Amagar un fulgor que llamaron "la luz del Time", errante y a la espera de servir de guía a caminantes... y la leyenda continuó.
Estas leyendas de La Palma no solo continúan vivas en la isla, sino que cada una de ellas mantiene el recuerdo de un pueblo noble que a día de hoy continúa con los principios del amor y la protección para quien los visita con buenas intenciones.