Poco se habla de los antiguos aborígenes que un día habitaron las Islas Canarias. Sin embargo, su legado está a la altura de antiguos faraones. Vivían en la naturaleza y contaban con avanzados conocimientos que les permitían controlar las cosechas y embalsamar a los fallecidos. Una rica cultura ancestral con aún mucho por descubrir debido al difícil acceso de las cuevas que utilizaban, pero en la que ya podemos adentrarnos gracias al MUNA.
La naturaleza e historia canaria son tan extensas y variadas que se antoja imposible darles cabida entre cuatro paredes. Pero si algún lugar puede obrar ese milagro es el MUNA, el Museo de Naturaleza y Arqueología. Este histórico edificio del casco antiguo de Santa Cruz de Tenerife es el actual hogar de las momias guanches, los restos perfectamente conservados de los primeros moradores de las islas y cuyo origen se cree que data del siglo VI. Descendientes de los antiguos bereberes, esta civilización permaneció aislada del mundo hasta la colonización de finales del siglo XV. Sin embargo, su nivel de desarrollo no deja de asombrar a científicos y curiosos. Contaban con calendarios solares, un lenguaje escrito formado a través de ideogramas y complejos ritos funerarios entre los que se incluyen diferentes métodos de momificación muy similares a los utilizados por los antiguos egipcios.
Los registros históricos que dejaron los primeros exploradores españoles hablan de la presencia de cuevas en las que había miles de momias perfectamente preservadas. Sin embargo, cientos de años de saqueos y expolios redujeron este espectacular legado a prácticamente polvo. Los supervivientes de este pueblo mudo fueron poco a poco recuperados, a los que se sumaron nuevos hallazgos fruto de la investigación en algunas de las cuevas más inaccesibles de las Islas Canarias. Un gran ejemplo de ello es la Momia de San Andrés, el cuerpo de un hombre de entre 25 y 30 años que perteneció al rey aborigen Mencey, según algunos especialistas, y que se encuentra en un excelente estado gracias a las pieles de cabra que recubren su cuerpo y las condiciones climáticas del lugar en el que fue hallado. Hoy, gracias a este ancestral pacto con la eternidad, podemos conocer mucho más acerca de su historia y la de su pueblo en la segunda planta del MUNA.
Estos no son los únicos vestigios del rico pasado del archipiélago. En el Museo de Naturaleza y el Hombre (MNH) podemos contemplar a las Momias guanches de Necochea, una pareja de entre 20 y 30 años de edad cubiertos por sudarios de cuero que datan del año 830 d.C. Su curioso nombre proviene de la provincia de Buenos Aires, cuyo museo de ciencias las expuso durante un largo tiempo hasta su regreso a Tenerife en 2003.
Siguiendo los pasos de los aborígenes
La leyenda de los guanches sigue viva en la naturaleza de todo el archipiélago. Los bosques y cuevas que un día habitaron siguen custodiando tesoros esperando ser descubiertos. Lugares emblemáticos por su belleza, como el Roque Nublo (Gran Canaria) o el Parque Cultural de El Julan (El Hierro), atestiguan su paso escrito en la piedra. También es posible profundizar en su modo de vida y costumbres visitando los diferentes yacimientos arqueológicos y las estructuras precolombinas que dejaron en el paisaje en forma de complejos de cuevas y grutas, algunas de ellas de varios pisos o cuidadosamente ornamentadas.
Una tierra de la que emergen grandes museos
Decenas de museos demuestran que la riqueza de las Islas Canarias no solo se mide en playas o volcanes. La cultura y tradición corre libre a lo largo del archipiélago en forma de todo tipo de museos y puntos de interés. Pinacotecas como el Camarín de las Nieves en La Palma, lugares en los que vivir la ciencia, como el Museo de la Ciencia y el Cosmos de San Cristóbal de la Laguna o el Museo Elder de Gran Canaria, jardines botánicos, el Museo Etnográfico de La Gomera o el de Las Salinas del Carmen en Fuerteventura son solo unos ejemplos del contraste que ofrecen estas Islas a todos sus visitantes.