Vinos de las Islas Canarias: varietales únicas y personalidad volcánica
Canarias es uno de los territorios más singulares del mundo desde el punto de vista de la viticultura y la enología. El cultivo de la vid se remonta al siglo XV, con la llegada de las primeras variedades a las Islas de manos de los conquistadores, y su historia ha estado marcada por hitos como el prestigio internacional que logró en el siglo XVI su vino malvasía, que llegó a ser conocido en las cortes europeas y elogiado por el propio William Shakespeare.
Otro acontecimiento que marca el devenir de las Islas desde el punto de vista de sus vinos, es el hecho de que fue el único territorio en España, y uno de los pocos del mundo, que quedó libre de la plaga de la filoxera, un insecto que afectó internacionalmente al cultivo de la vid. Esto ha permitido su cultivo a pie franco, sin portainjertos, lo que supone que la planta puede aprovechar al máximo los minerales del terreno y dotar así a las variedades de propiedades únicas.
Patrimonio varietal único
Las Islas tienen una enorme diversidad de tipos de uva. Se calcula que unas 135 variedades diferentes han sido identificadas genéticamente. Una de sus joyas enológicas es la malvasía volcánica, pero hay otras muchas autóctonas como la baboso, listán o vijariego
Los vinos de Canarias son tan diversos como cada una de las islas del archipiélago, y resultado de ese patrimonio varietal único, de su terreno volcánico y de una viticultura condicionada por la complicada orografía de las Islas. El terreno obliga a hacer un trabajo manual, casi artesano y sin mecanizar.
Esa viticultura “heroica” ha contribuido a crear paisajes peculiares que van desde el cultivo en cordón, un trenzado que puede verse en zonas de Tenerife, hasta el paisaje casi lunar que caracteriza a Lanzarote, donde la viña se planta en hoyos excavados en el picón volcánico o rofe.
Con todos esos ingredientes, y gracias al buen hacer y especialización de los expertos enólogos, las Islas Canarias producen vinos con marcada personalidad, condicionados por la salinidad del mar, el mineral volcánico y tan variados como el paisaje del archipiélago. Además, en los últimos años se ha realizado una importante labor de recuperación de variedades autóctonas que estaban en desuso y que han ido adquiriendo mayor notoriedad tras su puesta en valor.
Once sellos de calidad diferenciada
Las Islas cuentan en la actualidad con once Denominaciones de Origen. Tenerife posee cinco de estos sellos: Ycoden Daute Isora, Abona, Valle de Güímar, Tacoronte Acentejo y Valle de La Orotava. Tradicionalmente, el norte de la isla ha sido tierra de tintos, mientras que los blancos más habituales están en las comarcas del sur. La evolución técnica y la mayor preparación de bodegueros y enólogos ha permitido que toda la isla pueda presumir de elaboraciones que han obtenido grandes reconocimientos internacionales.
El resto de las Islas tiene una, excepto Fuerteventura, donde la presencia del cultivo de la vid es aún escasa. Dignas de mención son las elaboraciones de malvasía volcánica en Lanzarote y de malvasía aromática en La Palma. Hay además otras peculiaridades como los vinos de La Gomera, elaborados con la variedad forastera, y los singulares tintos de El Hierro de baboso, variedad recuperada casi al borde de la extinción, y blancos de diego o verijadiego. También Gran Canaria se ha incorporado con fuerza desde 2006 con la constitución de su Consejo Regulador y elaboraciones distintivas a partir de listán negro, gual y negramoll, entre otras.
Además de los sellos insulares, más recientemente ha nacido una marca única de carácter regional, la Denominación de Origen Protegida Islas Canarias (Canary Wine), creada con la perspectiva de una mejor comercialización exterior en un mundo cada vez más globalizado y asociada a la consolidación como destino turístico de la marca Islas Canarias.
Prueba de ese prestigio internacional que han ido adquiriendo los vinos de las Islas son los premios logrados en certámenes nacionales e internacionales como los Bacchus de la Unión Española de Catadores, los Vinalies de París y el Concurso Mundial de Bruselas. Prestigiosos gurús como Robert Parker, Jancis Robinson, Ferrán Centelles o Josep Roca no han escatimado en elogios a las insólitas elaboraciones de las Islas, a las que valoran fundamentalmente por su rara calidad y extrema originalidad.