Joapira, una montaña con campanas y un viejo ayuntamiento
Este edificio, situado frente a la Iglesia de Candelaria, fue la sede del primer ayuntamiento de Frontera a comienzos del siglo XX. Frontera se convirtió en el segundo municipio herreño en 1912; hasta entonces, todo el poder institucional de la isla estaba en Valverde.
Frente a este edificio, hoy convertido en bar, está la Iglesia de Candelaria, lo más destacado del templo es el campanario exento, que se encuentra en un pequeño cono volcánico de la Montaña de Joapira, a espaldas de la Iglesia. El Camino de Jinama principia aquí con un primer tramo asfaltado, aproximadamente los primeros quinientos metros de la ruta.
Las viviendas tradicionales herreñas eran de piedra vista, el encalado era un lujo que no se podían permitir la mayor parte de las familias para sus viviendas; de hecho los suelos solían ser de tierra batida con bosta de vaca.
De ahí que la primera casa encalada del valle del Golfo adquiriera notoriedad, y le ha quedado el nombre de la Casa Blanca, recibiendo este nombre ya en 1873. Situada en el caserío de Los Corchos, esta edificación era un hito en el paisaje, ya que llamaba la atención por su enjabelgado incluso desde el mar. Hoy pasa más desapercibida, aunque seguimos viendo en ella la adusta dignidad de la edificación rural tradicional de la isla.
Este pino singular da nombre a una finca dedicada al cultivo de viña que se retrepa hasta los límites del monte público. El pino destaca no sólo por su porte vertical, sino porque se encuentra fuera de su hábitat natural, que en esta isla se encuentra en general en la vertiente sur de la cumbre. Este pino, como otros en la ladera, tiene su origen en semillas que caen al suelo –y fructifican- entre los excrementos de las palomas bravías que sobrevuelan la zona.
De hecho, antiguamente en esta zona había una de las cinco cancelas que se cerraban por las noches. La finalidad de las cancelas era impedir el paso de los animales a los cultivos, ya que en el monte público había ganado suelto, especialmente cochinos. La cancela ya ha desaparecido, aunque aún podemos apreciar donde estuvo marcando el límite entre lo privado y el monte público.
Esta piedra a la vera del camino semeja un altar, tanto por su forma rectangular y el escalonamiento como por el hecho de tener una cruz de madera en su parte superior; además en el lateral podemos apreciar una gran cruz labrada.
Esta simbología religiosa está relacionada con su función de descansadero de los muertos. Antiguamente, las personas que fallecían en El Golfo debían ser trasladadas a Valverde para recibir sepultura hasta mediados del siglo XIX. Esta piedra era un lugar escogido por las comitivas para depositar al difunto y descansar antes de adentrarse en el monte.
Estamos junto al barranco donde está la cantera de La Helechera, de donde se extrajo la toba roja con la que se confeccionaban las esquinas de muchos edificios del Golfo, comenzando por la Iglesia de la Candelaria. Bajar una piedra para la construcción del templo fue una obligación piadosa para las personas que seguían el camino.
Podemos contemplar un generoso ejemplar de barbuzano, que nos indica que nos encontramos en el dominio del bosque termófilo húmedo, que se sitúa bajo la laurisilva herreña. Aquí es una especie abundante el barbuzano, junto a los acebiños y otras especies arbustivas. También se le denomina laurisilva xérica ya que sobrevive con menos humedad que las zonas de lauráceas más desarrolladas.
Este ejemplar a la vera del camino era uno de los escasos puntos de descanso ya que la ruta es menos empinada aquí. Las características del ejemplar lo hacían idóneo para atar los cochinos a sus raíces durante las mudadas. Si nos fijamos podemos ver aún las marcas de los colmillos, ya que antiguamente en El Hierro existía una raza autótoctona de cerdo negro con colmillos bastante desarrollados; esta raza está hoy desaparecida en la isla.
Por lo asustadizo de los cerdos, en muchas ocasiones su traslado se hacía durante la noche para que no se percataran de los desniveles al margen del camino y así evitar accidentes.
Producto de un desplome, encontramos en medio del camino esta piedra de considerables dimensiones; sobre ella una cruz. La tradición la atribuye al recuerdo a un fraile que sufrió un accidente por un desprendimiento.
Su presencia en el camino nos recuerda que las rutas en acantilados como este de Jinama tienen siempre el riesgo de un desprendimiento, especialmente en días de viento o lluvia en los que este camino se torna peligroso.
Los mocanes de Jinama son algunos de los ejemplares más espléndidos de esta especie de la laurisilva. A lo largo de este camino, acompañan al caminante, pero poco con el porte de este ejemplar, al que su tamaño, follaje y antigüedad le han hecho acreedor del nombre de Mocán de la Sombra como un lugar especial para el cobijo del caminante.
El Mocán de la Sombra además estaba relacionado con una tradición mariana ya que en una oquedad de su tronco se veneraba un cuadro en relieve de la Virgen de la Concepción. Esta imagen mariana llegó a contar con su propia fiesta en el camino, que contaba con la presencia de bailarines.
Mirador natural sobre El Golfo. Desde aquí se daban silbos y voces para avisar de quien bajaba, y por ejemplo que la comida se pusiese al fuego, o para anunciar que se llegaba bien. Antaño, la ausencia de ruidos artificiales hacía que las voces se oyeran de más lejos. También se usaban las bocinas, hechas con caracolas o bucios, ya que cada familia tenía un toque característico.
También se usaba para el margareo, que se hacía cuando moría o se mataba un burro. Los jóvenes que “margareaban” atribuían partes del burro a personas con las que querían ajustar cuitas, era una forma de acerada crítica social dando voces durante la noche que servía de válvula de escape en una sociedad pequeña.
Jinama también está presente en la principal fiesta pueblo herreño, la Bajada de la Virgen de los Reyes, y su peregrinar por los pueblos de la isla.
La Virgen de los Reyes sale del Valle en su visita cuatrienal de la bajada por Jinama, tras acceder al Valle del Golfo por el túnel de Los Roquillos, ante el peligro del tradicional camino de La Peña.
500 personas pueden acompañar a la Virgen formando una larga comitiva que desde la Bajada de 1989 hacen un alto en este punto. Así mantienen vivo uno de los usos tradicionales de este camino, hoy convertido en joya del senderismo herreño.
Esta cueva a la vera del camino guarda en su interior unas piedras con formas redondeadas que se asemejan a las barricas en las que se guarda el vino. Esas barricas tienen la denominación en las islas de pipas, y de ahí el nombre de Cueva de las Pipas. Además la pipa es una medida habitual en la agricultura canaria, en la que se riega por pipas, que se corresponden aproximadamente con unos 450 litros.
La importancia de este punto además es que era un lugar de encuentro en medio del camino, donde podría descansar el burro. Aquí el que subía contaba al que bajaba como estaba el Valle y viceversa.
Letime es una palabra que ha llegado desde el habla de los antiguos canarios al castellano, y se refiere a risco alto o acantilado. Es un borde de un risco muy elevado o el borde de un precipicio. En Isora, el letime está marcado por el cuchillo de Jinama, la coronación de un dique volcánico que señala el paso de acceso al camino que serpentea por el acantilado. Un auténtico hito paisajístico que podemos observar desde el inicio del camino real en Joapira.
Encomendarse a una Virgen o un Santo era tradicional cuando se aprestaba uno por estos caminos de mudadas. Los tres principales – Tibataje, San Salvador y éste de Jinama- tienen al comienzo del descenso una ermita en la que encomendarse para la bajada o dar gracias al terminar la subida. En Jinama, la ermita está encomendada la Virgen de la Caridad. El pequeño oratorio data de 1924 y fue construida con aportaciones de habitantes de San Andrés e Isora, así como de emigrantes a Cuba.
Así han llamado los herreños a esta parte de la meseta de Nisdafe. Este nombre procede de un curioso fenómeno volcánico. En esta parte norte de la Meseta, las erupciones del conjunto volcánico de San Andrés debieron ser muy fluidas y con gases abundantes, por ello dejaron en el subsuelo y a escasa profundidad tubos y cavidades.
Atravesando con caballerías este tramo, las pisadas resonaban como si se tocase un tambor, de ahí ese curioso nombre de la tierra que suena. Es un nombre que tiene más de tres siglos, pues ya se recogía en las antigüedades de la isla de El Hierro de Bartolomé García del Castillo, y ha pervivido hasta la actualidad dándole un aire mágico a este
- Nunca dejes residuos de ningún tipo en el entorno, incluidas las colillas. Los restos de comida contribuyen a la proliferación de roedores y gatos asilvestrados que suponen una grave amenaza para la fauna.
- Respeta a los animales, no los molestes ni los alimentes. Si ves algún ejemplar herido, puedes avisar en el teléfono de emergencias 112. Tampoco arranques flores o plantas.
- No recojas ni te lleves piedras o cualquier otro elemento del medio natural. Tampoco lo modifiques amontonándolas para realizar las tristemente famosas “torres”.
- Respeta la señalización de los senderos. Salirse de los caminos habilitados provoca daños en el entorno y además puede ser peligroso para ti y para quienes te acompañan.
- Es más seguro llevar a tu mascota con correa.
- Procura no alterar la tranquilidad del entorno con ruidos excesivos (música alta, gritos...).